domingo, 14 de febrero de 2010

Que se sienta tu presencia, que se escuche tu voz...*

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"Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada."
- Edmund Burke
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De nada sirve tener ideas para mejorar el mundo si las guardamos para nuestros adentros. De nada sirve concebir grandes proyectos si nunca los ponemos en práctica. De nada sirve tener intenciones nobles si dejamos de actuar conforme a éstas. La defensa de la vida no es la excepción. Quienes defendemos la vida tenemos que actuar. ¿Por qué? Precisamente porque aquellos a quienes defendemos, no pueden hacerlo.

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Estar convencidos de que la vida humana empieza con la concepción, deriva necesariamente en la certeza que el aborto MATA a un ser humano. Nos hierve la sangre cuando llega a nuestros oídos un caso de violación sexual, nos indignamos cuando se habla de explotación infantil, sentimos el deber de solidarizarnos frente a aquellos que mueren víctimas de un desastre natural; y cuando se anuncia que desde el Estado se va a promover la matanza de inocentes… ¿qué hacemos?

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En estos asuntos no hay términos medios: ACTÚAS a favor, o ACTÚAS en contra. Si se anuncia desde el Congreso (o desde el seno de alguna ONG) la intención de legalizar el aborto, y permanecemos callados, ¿a quién beneficiamos? Quienes promueven una cultura de la muerte no descansan… ¿podemos permitírnoslo nosotros?

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La defensa de la vida no pasa por adoptar una posición extrema o ser radical, pasa simplemente por ser PERSONA; y quien defiende la vida no se ampara exclusivamente en convicciones religiosas, políticas o de otra índole, sino que responde a una tendencia íntima y fundamental de todo ser humano: defender nuestra especie.

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Defendamos nuestra especie. Actuemos. Manos a la obra.

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* Texto y dibujo extraídos de: http://blogs.hazteoir.org/davperu/

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